Semanas atrás se cosió los labios e inició una huelga de hambre para que lo trasladen a un pabellón con otros internos. Está solo en una celda desde hace un año
Archivo (La Capital)
Ariel Máximo “Guille” Cantero pasa sus horas en total soledad en el pabellón 7 del módulo 2 del Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz, en la provincia de Buenos Aires. Tiene 34 años y rodó por distintas cárceles desde el 2013, cuando fue apresado. Por distintos hechos, el jefe de la banda de Los Monos acumula 96 años de condenas aplicadas en ocho juicios. Al presidio donde está alojado llegó en octubre de 2021 y allí espera que su condena transcurra en un tiempo ilógico para todo preso y en trámites de apelaciones. Lo mantienen aislado del resto de los reclusos y con limitaciones que, hace dos semanas, lo llevaron a iniciar una huelga de hambre y coserse la boca. En ese contexto uno de los abogados que lo representa, Jesús Romero, presentó una serie de denuncias ante la Justicia federal por lo que entiende son “torturas y malos tratos” que sufre su cliente de parte de los agentes penitenciarios. Además, el letrado presentó una pericia psicológica que demuestra la “precaria estabilidad y equilibrio psicofísico” de Cantero, la demanda fue desestimada y apelada luego por Romero.
Guille está preso desde el 21 de junio de 2013. A las penas ya acumuladas se suma el pedido de una condena a 22 años realizado por los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra por su participación en la planificación de la balacera contra el casino City Center de enero de 2020, cuando fue asesinado Enrique José Encino, un gerente de banco que fumaba en una terraza del complejo.
El abogado Romero junto a su asistente, Mariana Ortigala, sostienen que lo que busca el Estado es una “pena de muerte encubierta” y aseguran que Cantero “está en una situación peor que la de un animal, agoniza lentamente”, según expresó Ortigala. Y aseguró que “a cada rato le preguntan cómo sigue vivo.”
En una llamada que Guille mantuvo con la asistente judicial y a la que tuvo acceso este diario, se escucha la voz quebrada de Cantero que sostiene: “Ellos quieren que me bañe a la hora que dicen, que me levante a la hora que dicen. Tengo cámara en el patio, en el pasillo y me hacen desnudar para todo. Filman la visita y después mi familia tiene problemas. Una vez me visitó mi cuñada y después le allanaron la casa. Además siempre me requisan con un grupo especial de policías y son los que me llevan para todos lados”.
Cantero agregó: “Las protestas que hago como la huelga de hambre y coserme la boca son para que me lleven a un pabellón con gente. Ellos me tratan así porque quieren que me haga daño. Estuve en Rawson, en Ezeiza y siempre estuve con la población carcelaria sin tener problemas con nadie. Me reuní con el director de la cárcel y le pregunté cómo era la situación y que si yo me siento mal y me tienen que llevar a un médico afuera como sería, y me respondió que la única forma en la que me saquen de la cárcel es con la cabeza por un lado y el cuerpo por otro”.
“No duermo y tomo unas pastillas que me dio un preso. El aislamiento hace un año que es total. Siempre quedo solo y no tengo a nadie con quien hablar. Las fiestas del año pasado estuve totalmente solo”, dijo.
El domingo 13 de noviembre el penal federal de Marcos Paz fue atacado a tiros y los agresores dejaron un cartón en una columna externa con una amenaza: “Dejen de verduguear a Guille Cantero o vamos a matar a los del servicio penitenciario. Con la mafia no se jode”. Sobre este tema Guille aseguró: “Vi por la tele lo del ataque, pero nadie me llamó del servicio ni me preguntaron nada”. Y abundó: “Puedo hablar por teléfono tres horas por día con mi familia. Todo porque tuve un problema con un teléfono fijo que dicen que estaba en mi celda, pero ese teléfono fijo estaba adentro de la celda de día, de noche siempre estaba afuera. Igual nunca me hicieron un parte disciplinario por el uso de ese teléfono”.
Desde septiembre el estudio que representa a Cantero presentó ante el juez Sebastián Basso, del Juzgado federal 1 de Morón, distintos pedidos para modificar la situación de su defendido y denunció a funcionarios de la Justicia federal de Rosario por considerarlos responsables de las condiciones de encarcelamiento. Todo eso fue desestimado por el juzgado y apelado por Romero.
Los pedidos incluyeron las conclusiones de una pericia psicológica que expresa que Cantero presenta “condiciones de aislamiento a las que está sometido desde hace once meses que han mellado su precaria estabilidad y equilibrio psicofísico. En caso de prolongarse este aislamiento se pueden ver comprometidos tanto su salud como su vida».