Sin orgullo gay: 10 homosexuales que dejaron la vida LGTB y ganaron paz, alegría, amistad y fe
¿Orgullo gay?
La vida gay no da felicidad. No a medio ni largo plazo. Al menos eso es lo que reconoce y señala Michael Hobbes, 34 años, reportero de Highline, sección de reportajes de primer nivel de The Huffington Post, “gay perpetuamente soltero” y militante activo de la causa gay.
La vida gay, estadísticamente, aboca a la soledad, la tristeza y la enfermedad. Lo dice él en su reportaje de The Huffington Post publicado bajo el título: «Together alone. The Epidemic of Gay Loneliness [Juntos y solos. La epidemia de soledad gay]». Es un trabajo bien documentado, sobre la base de 15 testimonios de personas gays y de otros tantos estudios estadísticos y sociológicos.
“A lo largo de los años he ido comprobando la divergencia entre mis amigos heterosexuales y mis amigos gays. Mientras la mitad de mi círculo social ha desaparecido entre relaciones de pareja, hijos y casas familiares, la otra se debate entre el aislamiento y la ansiedad, las drogas duras y las prácticas sexuales de riesgo”. Más aún, “los índices de depresión, soledad y abuso de drogas en la comunidad gay permanecen en el mismo lugar en el que han estado durante décadas”, resume. Y los gays «tienen menos amigos íntimos que las personas heterosexuales o que las lesbianas».
Batería de datos: daños de la vida gay
Hobbes enumera algunos estudios:
-los homosexuales varones tienen entre 2 y 10 veces (según los estudios) más probabilidades de suicidio que los heterosexuales;
-los hombres casados con otros hombres tienen un índice de suicidio que triplica el de los hombres casados con mujeres, según un estudio en Suecia;
-los gays sufren una probabilidad que triplica la de los heterosexuales de padecer un trastorno el estado de ánimo, según una investigación en Holanda;
-en Canadá las estadísticas muestran consistentemente que mueren más gays por suicidio que por sida;
-los gays tienen una probabilidad doble de los heterosexuales de padecer un episodio de depresión grave.
Cuando se juntan, se dañan más, dice Hobbes
Más revelador aún: cuando los gays se juntan «en comunidad», en «ambiente», el efecto, en vez de ayudar a las personas, es el de producir más daño, señala él. Un estudio realizado sobre gays recién llegados a Nueva York (es decir, donde eran desconocidos) mostró que el 75% de ellos sufrían o ansiedad o depresión, o abuso de alcohol o drogas, o prácticas sexuales de riesgo, “o alguna combinación de los tres”.
“Para otras minorías”, razona Hobbes, “vivir en comunidad con gente como ellos está ligado a índices más bajos de ansiedad y depresión. Te ayuda estar junto a gente que instintivamente te comprende. Pero, en nuestro caso, el efecto es el contrario. Numerosos estudios han encontrado que vivir en un entorno gay es un factor predictor de mayores índices de prácticas sexuales de riesgo y drogas y de dedicar menos tiempo que otras comunidades a actividades como el voluntariado o la práctica deportiva. Un estudio de 2009 sugería que los gays más vinculados a la comunidad gay estaban menos satisfechos con sus relaciones románticas”.
Los que dejan la vida LGTBI
Es posible salir de esos círculos que las estadísticas dicen que son tan dañinos. Hay personas que lo hacen superando sus sentimientos de atracción del mismo sexo: pueden sentir que esa atracción disminuye hasta desaparecer, y que la atracción al sexo opuesto, aumenta. Otros apuestan por la vía de la amistad casta, la fraternidad, la espiritualidad, renunciando a las relaciones homoeróticas.
Fuente: religión en libertad