PALABRAS DE FRANCISCO EN ROMA

«Queridos jóvenes, queridos hermanos y hermanas: No renunciemos a los sueños grandes.  No nos contentemos con lo que es debido. El Señor no quiere que recortemos los horizontes, no nos  quiere aparcados al margen de la vida, sino en movimiento hacia metas altas, con alegría y audacia»

«No estamos hechos para soñar con las vacaciones o el fin de semana, sino para realizar los sueños  de Dios en este mundo»

«Nosotros nos convertimos en lo que elegimos, para bien y para mal. Si elegimos robar nos volvemos ladrones, si elegimos pensar en nosotros mismos nos volvemos egoístas, si elegimos odiar nos volvemos furibundos, si elegimos pasar horas delante del móvil nos  volvemos dependientes, si optamos por Dios nos volvemos cada día más amados y si elegimos amar nos volvemos felices».

«hay obstáculos que vuelven arduas las elecciones: a menudo el miedo, la inseguridad, los porqués sin respuesta». Frente a ello, «el amor nos pide que vayamos más allá, que no nos  quedemos sujetos a los porqués de la vida, esperando que llegue una respuesta del Cielo». «No, el amor nos impulsa a pasar de los porqués al para quién, del por qué vivo al para quién vivo, del por  qué me pasa esto al para quién puedo hacer el bien. ¿Para quién? No sólo para mí mismo: la vida ya  está llena de decisiones que tomamos mirando nuestro beneficio, para tener un título de estudios,  amigos, una casa, para satisfacer los propios pasatiempos e intereses. Pero corremos el riesgo de que pasen los años pensando en nosotros mismos sin comenzar a amar.

 

«la fiebre del consumo, que narcotiza el corazón con cosas  superfluas. Se encuentra la obsesión por la diversión, que parece el único modo para evadir los  problemas, y en cambio sólo pospone los problemas».

«Elegir, especialmente hoy, es no dejarse domesticar por la homogeneización, es no  dejarse anestesiar por los mecanismos de consumo que desactivan la originalidad, es saber  renunciar al aparentar y al mostrarse. Elegir la vida es luchar contra la mentalidad del usar y tirar y  del todo y rápido, para conducir la existencia hacia la meta del Cielo, hacia los sueños de Dios». Muchas elecciones, que «surgen cada día en el corazón».  

¿Qué me apetece hacer? Es una pregunta que con frecuencia engaña,  porque insinúa que lo importante es pensar en uno mismo y seguir todos los deseos e impulsos que  uno tiene. Sin embargo la pregunta que el Espíritu Santo sugiere al corazón es otra: no ¿qué me apetece hacer?, sino ¿qué te hace bien? Aquí está la elección de cada día: ¿Qué quiero hacer o qué  me hace bien? De esta búsqueda interior pueden nacer elecciones banales o elecciones de vida.  Miremos a Jesús, pidámosle la valentía de elegir lo que nos hace bien, para seguir sus huellas en el  camino del amor, y encontrar la alegría».  

 ¡Griten con sus vidas que Cristo vive y reina! ¡Si ustedes callan, las  piedras gritarán! (cf. Lc 19,40).